En su artículo “¿cuál izquierda?”, Denise Dresser ha hecho una sentencia lapidaria sobre Morena: “será un partido de un solo hombre, anacrónico y conservador”.
La sentencia de Denise se basa en acusar a Andrés Manuel López Obrador de ser el líder de un movimiento que, poca cosa para ella, solo busca combatir la corrupción. En Morena, desde luego, hay evidencia de un liderazgo carismático, que define una línea política general; esto solo puede entenderse en el contexto de una cultura política que no termina de romper con esquemas que ponen en nombres las expectativas y no en la ciudadanía.
Sin embargo, emitir una sentencia sobre que en ese instituto político hay un pensamiento único, evidencia una falta de rigor analítico o un interés poco claro que no se basa en la evaluación estricta de ese partido Para Denise Dresser, Morena no es una “izquierda moderna” sino “asambleísta” cuya plataforma no se distingue de la de los otros partidos políticos, y es muestra de un asunto de “retórica, planteamientos indistinguibles y lugares comunes”.
Para la activista de causas ciudadanas, Morena no es una izquierda “transparente”, y sostiene esto según el ranking del INE sobre entrega de currículos de candidatos. No analiza, Dresser los procesos que el INE propició para fomentar la transparencia de todos los partidos políticos, incluso no menciona los portales de las iniciativas como “3de3” (candidatotransparente.mx) o Voto Informado (votoinformado.unam.mx), donde se ubican contribuciones que esa institución envió y que ya, significan un fomento, incipiente e incompleto, de la información abierta de todos sus candidatos y candidatas.
Para Denise Dresser, promotora del voto nulo, las mujeres y hombres que votaron por Morena se equivocaron porque pensaron era la única opción, pues para ella el único camino era el rechazo de “la izquierda intolerante e ignorante”. La gente, dice Denise, debió anular a Morena y “anular al populismo conservador” y no nos dice nada de votar contra el PRI corrupto, el PAN antidemocrático, o el Verde tramposo.
Para Denise Dresser, todo lo bueno de la izquierda se hizo “después de López Obrador”. Los logros en los derechos sociales y ciudadanos en la Ciudad de México no tienen historia sino próceres delimitados por la elección de afinidades. No considera ni reconoce que los gobiernos de izquierda en la Ciudad de México fueron fruto de la lucha de miles de hombres y mujeres, y no solo de liderazgos afortunados. Desde luego, esto no exime al PRD que se volvió una cuna de corrupción, que dejó de ser un instrumento de la gente, y dio cabida a personajes opacos y corruptos, para olvidar su compromiso con las causas sociales.
Pero eso, se debe ser honesto, no es responsabilidad de Andrés Manuel López Obrador, sino de los “chuchos” y otras corrientes, que, por cierto, se dicen a si mismas “izquierda moderna” pero firmaron el “Pacto contra México”, y le dieron la espalda a la gente. Para Denise Dresser, Morena es anti-moderna, anti-globalista, sin propuesta de futuro. Se basa en redes clientelares y no en una militancia convencida y activa por los derechos sociales, ambientales y políticos.
Para Denise, Morena descalifica a la socialdemocracia, la única forma de ser “electoralmente viable” según su relato, aunque Morena convoca a transformar a México por la vía electoral y desde la izquierda y eso sea, para muchos, demasiado reformista e insuficiente. Para Dresser, Andrés Manuel no es de izquierda porque, en un estilo particular y abierto, declara que ser de izquierda es “ser honesto y tener buenos sentimientos”, o porque al opinar sobre “la legalización del aborto y los matrimonios gay”, argumenta, sin ahondar, que acabar con la corrupción es la condicionante para el ejercicio pleno de todos los derechos de la ciudadanía. No cuentan para Denise las mujeres militantes de morena que luchan por una igualdad sustantiva, o que sea un partido que cuenta con una secretaría de la diversidad sexual como parte de su organigrama.
Para Denise, el problema es AMLO, no los gobiernos panistas y priistas que impiden la interrupción legal del embarazo sea un derecho de las mujeres, a las cuales por cierto, criminalizan en algunos estados como Guanajuato. Para Denise, no cuentan los feminicidios en estados como Chihuahua o el Estado de México, con gobiernos priistas, éste último con un problema agravado en la seguridad de las mujeres, desde el gobierno de Enrique Peña Nieto. Si para Denise, los conservadores están e Morena, entonces ¿la razón y la modernidad están en el PRI, en el PAN, en el Verde?
Pero Denise, politóloga del ITAM, argumenta que todas las personas que votaron por Morena -porque consideraron que ese era el verdadero voto contra el PRI, el PAN, el Verde, el PRD, y el sistema político autoritario-; “desmodernizan a la izquierda”, la cuál debería ser, según sus afinidades ideológicas, moderna y racional. Sin embargo, hay quienes pensamos la izquierda como sinónimo de derechos, libertades, igualdad, democracia y justicia para regenerar, para transformar al país, y por eso esperamos, sin conceder cheques en blanco, que Morena sea un instrumento para la sociedad.
Desde luego, Morena debería entrar al debate de las ideas, debatir el voto nulo, las candidatras independientes, al reforma política del Estado, los derechos universales, los feminicidios, el aborto, al corrupción. Hay que insistir en las propuestas y las acciones que ayuden a tener un país sin corrupción, con legisladores sin lujos y donde los y las jóvenes tengan acceso a la educación. Evidentemente, esto se logra solo con principios éticos que esa organización debe priorizar y sin duda, en plena concordancia con la defensa de los derechos humanos, la libertad, la justicia y la dignidad de todas las personas.
Ser de izquierda también es optar por la vía electoral, como una de las vías para construir gobiernos honestos, con programas sociales, económicos y culturales que distribuyan mejor la riqueza y saquen del oprobio en que el neoliberalismo y sus partidos conservadores han sumido a la gente. Denise Dresser debate con la izquierda sin mirarla, pues se centra en un personaje. Sin embargo, la izquierda es más amplia, y hay mujeres y hombres honestos que la construyen en partidos, organizaciones y colectivos.
Desde luego, para ser de izquierda no basta tener buenos sentimientos, cierto, pero ser de izquierda no es nada si no significa el debate abierto y solidario, y no sirve si no se construye un vehículo para luchar por la gente, por la libertad, la justicia, la democracia y la dignidad.